Pereira, J. A. (2020). Reseña de La condition anarchique, de Fédéric Lordon. Círculo Spinoziano. 2(2), 108-110.

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Jason Andrey B. Pereira – Reseña de La condition anarchique, de Fédéric Lordon

 

El propósito de esta reseña radica en contextualizar y dar una aproximación sólida del último libro de Lordon, engañoso desde su título, y que de momento solo se encuentra su versión original en francés. De entrada, subrayamos el carácter tramposo, en tanto no es una obra que intente localizar vínculos entre la teoría anarquista y Spinoza. Es decir, el autor en ningún momento pretende traer a colación figuras como la de Bakunin, Prodhoun o Kropotkin para presupuestar una lectura spinozista de las emancipadoras ideas de aquellos. Si se pretendiese encontrar algo así, recomendamos abiertamente el trabajo de Daniel Colson y sus Lectures anarchistes de Spinoza (1998), artículo con una traducción indexada al inglés y, desde esta última, una al español.

Frédéric Lordon es un reconocido economista y sociólogo francés, muy interesado en la filosofía de Spinoza, a la cual ha sumergido en su proyecto político-económico y ha utilizado medularmente en sus obras, la más conocida, seguramente, Capitalisme, désir et servitude. Marx et Spinoza (2010), en donde realiza un minucioso análisis de la servidumbre y el rol de los afectos en ella, la influencia que pueden tener estos para someter y alienar a los hombres. Tal título cuenta con una traducción a nuestra lengua por Tinta Limón, incluida en la colección Nociones comunes. Sin extendernos mucho más en los datos biográficos del autor que nos incumbe hoy, podemos resaltar su constante colaboración en Le Monde diplomatique, conocida publicación de izquierda que se distribuye mensualmente en Francia y que cuenta con ediciones en nuestro continente, esencialmente en el cono sur y México.

Como anticipamos, la presente obra no va de anarquía en sentido estrictamente político, sino axiomático. La condición anárquica que pretende dilucidar Lordon es la de una axiología crítica anclada en una sociedad que no se aferre a nada. Propiamente, una sociedad que no tiene la absoluta necesidad de establecer valores eternos, dígase desde un orden substancial que los coloque como leyes naturales en donde los modos finitos –nosotros– debamos obedecerlos sin más. En efecto, la obra cuestiona la existencia misma de valores y normas. ¿Pero qué tipo de valores quiere examinar el economista francés? Él mismo es claro en destacar la urgencia de despojar de su monopolio economicista a este ambiguo término (p. 10). Por lo tanto, el concepto de valor en este trabajo parte siempre del mismo plano ontológico en donde conviven intereses colectivos, individuales y transindividuales, expresados en sus acepciones éticas, estéticas y políticas. En este sentido, Lordon se nutre de Durkheim, quien, como él señala, sentó las bases para un proyecto investigativo de los valores, sin embargo, le parece que no fue más allá de su simple esbozo.

Para el economista y sociólogo, la sociedad está desprovista de ἀρχή, pero, paradójicamente, regulada por un Κράτος. Dicho de otra manera, a pesar de que la condición humana carece de un principio, hay una fuerza o presión política que se aprovecha de esto para modularla. Es justo por eso que Lordon parte de una an-arkié, un sin principio, para establecer su proyecto. Desde la perspectiva de este autor, los valores, entendidos como intensidades apasionadas que se ejercen sobre ellos mismos, esto es, el hecho de que la externalidad de cada uno provoca aferrarse y adherirse a lo que produce, todo desde la creencia de los efectos que se imaginan de ellos –ya volveremos a esto–, deben restituirse desde su propio suelo, refugiándose en la parte IV de la Ethica, anunciando la sustitución de estos para generar nuevos valores más convenientes para la organización social que se despliega y mueva desde los deseos y los valores, las emociones y los sentimientos, así como la producción y el mercado. Respecto a esta última correlación, Lordon hace constantes acercamientos al pensamiento de Marx, cuestión que no abogaremos en esta reseña.

Es necesario aclarar lo que el autor denomina juego de efectos, pues juegan un rol preponderante en la condición anárquica, que consagra el poder axiológico de estos. Como vimos, los valores en tanto intensidades se rigen mediante los efectos que se imaginan son producidos desde ellos; son su sustento. Esto da cabida a que el poder se exprese en ellos, mediándolos, cristalizando el depósito de estos y logrando que las instituciones generen su forma. En consecuencia, estos valores tienen la capacidad de generar afectos que, eventualmente, pueden generar otros que los suplanten; eso sí, siempre que sigan la misma línea de los anteriores.

La condición anárquica pone en evidencia la arbitrariedad de los valores. Observa cómo el significado –elemento esencial en la obra– es la base o requerimiento de la vida humana. Este es producto del hombre, el autómata hermenéutico –según Lordon–, que lo crea. ¿Cómo este significado no se pierde constituyendo una condición que pretende desprenderse de los valores que parecieran garantizarlo? Ese es el problema que atraviesa gran parte de la segunda mitad del texto en revisión.

Y, para resolverlo, recurre al conatus como dinamismo del cuerpo –nunca voluntad, nunca conciencia– que es, por definición, colectivo. El individuo es un gran compuesto, un solo cuerpo político en donde cada individuo particular ocupa un lugar determinado. Empero, no tiene ningún privilegio ontológico más que el que él mismo se otorga por movimiento del antropocentrismo (p. 135). No obstante, no es más que una idea inadecuada y mutilada que desconoce las causas próximas de su existir. En EP12S, es decir, en el pequeño tratado de física, se brindan los elementos para concebir al conatus en cualquier trozo de la susodicha composición. Lo que plantea Spinoza desde E3P6 es lo que hace entender cómo un grupo persevera en él mismo. Ejemplifica esto mediante la Carta 78 a Oldenburg y la analogía del perro. Si este me ataca, la estrangulación –metafórica o literal– es la manera en como el colectivo se expresa y resiste; de lo contrario, este habría muerto. El poder activo del conatus compuesto regenera en los individuos su capacidad para llevar a cabo sus demandas, así como la de cualquier otro ser en su naturaleza (p. 135).

Para ir concluyendo, se intensifica la adecuada interpretación de la Ethica que tiene Lordon, a saber, la de una obra que centra su intención en el cambio de afectos pasivos a afectos activos. El autor nos invita a reestablecer el bien y el mal solo para superarlos y llegar a conocer solo la norma inmanente del conatus (E4P68). Es entonces cuando el dinero –nunca se abandona el carácter economicista del todo– deserta la mente de la multitud, como Spinoza es imperioso en apuntar (E4A28, E4A29). ¿Qué se propone en su lugar? ¿Cómo serán estos nuevos valores? Es esa la pregunta que se pretende formular en el texto por encima de resolverla.

Referencias

Colson, D. (1998). Lectures anarchistes de Spinoza. Réfractions. 119-148.

Lordon, F. (2010). Capitalisme, désir et servitude – Marx et Spinoza. París: La Fabrique.

— (2018). La condition anarchique. París: Seuil.